

El arqueólogo Marcelino Sanz de Sautuola descubrió accidentalmente junto a su hija las pinturas prehistóricas de Altamira. Sin embargo, en lugar de depararle el honor y reconocimiento esperado por su contribución única, Sautuola debe enfrentarse a la Iglesia católica, al mismo tiempo que lucha contra la comunidad científica para demostrar la veracidad de su descubrimiento.

